sábado, 24 de agosto de 2013

SIN MIEDO A LOS CUERNOS
Cada año va a más. Es algo inenarrable. Han pasado ocho años desde que el Pulijón inició los encierros con novillos simulados y no parece que se halla llegado al cenit en cuanto a número de participantes. El recorrido desde el Arco a la plaza ya se queda pequeño. Verdad es que también padres y abuelos aportan su granito de arena al conjunto de corredores sujetando a los más pequeños para liberarles de posibles caídas y del miedo a las “reses”. En algunas zonas es tal el gentío que prácticamente “esconden” el itinerario correspondiente a corredores. 
El canto a San Agustín de varios cientos de infantes con su periódico en mano se inicia con voces potentes y brazos en alto señalando hacia la hornacina donde se encuentra la diminuta imagen del Santo. Le sigue el toque de trompeta avisando que el ganado espera junto al pajar para salir pitando. El encargado de abrir el  cañizo lo retira para dar paso a la manada formada por tres novillos acosados por el caballo y su jinete, pica en ristre, como mandan los cánones. La carrera se inicia a una velocidad pasmosa. Los niños corren desenfrenados liberándose de las astas como buenamente pueden. Los gritos  del “ya,ya,ya” de los espectadores enervan a los pequeños que sudorosos llegan a la plaza a la altura del lomo de los novillos. Como la manada se fraccionó, hubo momentos de peligro y fuertes emociones al coincidir los que bajaban con los que volvían desde el coso. No hubo problemas mayores pues el manto de San Agustín y de la Virgen de la Bandera junto a  la presencia de los voluntarios de la Cruz Roja en diferentes puntos dio cierta tranquilidad a los osados corredores. 
Encierro y desencierro se repitió cuatro veces hasta que los novillos dieron síntoma de cansancio lo que obligó al ganadero Roberto Fariza, de la finca “El Pulijón” donde pastan durante el año estos erales, a recogerles para que descansen de la “paliza”, pues tendrán que repetir fiesta y recorrido el próximo día. Esto será a las 11 de la noche del viernes. Allí os esperamos. 

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